Las metas del Acuerdo Climático de París en un escenario post COVID-19

Este artículo fue publicado originalmente en Pólemos el 9.08.20

Andrea Lucas Garín
Directora del Instituto de Investigación en Derecho de la Universidad Autónoma de Chile. Doctora en Derecho y Ciencias Sociales, Abogada y Especialista en Derecho Público, Universidad Nacional de Córdoba. Master en Derecho Internacional, Universidad de Heidelberg y Universidad de Chile.

Marco Ossandón Chávez
Becario Fundación Carolina. Master en Derecho Internacional, Universidad de Heidelberg y Universidad de Chile. Abogado, Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales, Universidad Adolfo Ibáñez. Asistente de Investigación del Instituto de Investigación en Derecho de la Universidad Autónoma de Chile.

1.-Introducción

El complejo escenario en que nos sitúa el COVID-19 ha forzado a las administraciones a centrarse en la búsqueda de soluciones para un conjunto de desafíos apremiantes que genera y visibiliza esta crisis sanitaria. Se trata de problemas públicos que trascienden el ámbito de la salud, extendiéndose a lo largo de dimensiones sociales, económicas y medioambientales. Entre estos, las interrogantes sobre cómo recuperar las economías paralizadas, cómo recomponer los flujos internacionales de bienes y servicios, así como la compatibilidad de tales medidas con los imperativos climáticos constituyen aristas ineludibles de la discusión. En el corto plazo nos enfrentamos a los efectos de la pandemia, pero en el largo plazo subsiste la amenaza del cambio climático; y no toda estrategia para lo primero será necesariamente una estrategia tributaria para lo último.

Estimaciones recientes anticipan un escenario de profunda contracción económica. Conforme a las cifras del Fondo Monetario Internacional este año 2020 se espera una contracción de 4,9% del PBI a nivel mundial así como de 9,4% del PBI para la región de América Latina y el Caribe[i]. Según estimaciones del Banco Central de Reserva de Perú, el impacto económico de esta crisis conllevaría a una contracción de 12,5% del PBI peruano, pronosticándose la recuperación de valores previos a la pandemia recién hacia el primer trimestre de 2022[ii]. Frente a tan aciago panorama local, regional y mundial la gran preocupación actual versa en cómo proceder: existen múltiples sectores económicos y actores cuyos intereses habrán de ponderarse en la asignación de estímulos financieros. Pero siendo escasos los recursos, priorizar algunos implica descuidar otros.

Una de las apuestas de creciente interés en el plano internacional es aquella que aboga por una recuperación verde, en que se compatibilicen las tres dimensiones del desarrollo sostenible. Según declaraciones del director ejecutivo de la Agencia Internacional de Energía el escenario actual permite observar un momentum hacia transiciones sustentables que favorezcan el uso de energías limpias[iii], estrategias recientes de la Comisión Europea han reforzado su programa de transformación económico conocido como el Pacto Verde Europeo[iv], mientras que en el foro virtual del NDC Partnership la Secretaria Ejecutiva de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático insistió en la necesidad de alinear los planes de recuperación económica con los compromisos climáticos nacionales, atendido que “la acción climática no puede retrasarse”[v]. Todas estas, propuestas que se alinean con las metas del Acuerdo de París para el escenario post COVID-19, según se desprende de la lectura de su texto, se confirma en su práctica reciente y deja entrever en su actual agenda internacional.

2.-El Acuerdo de París: texto, práctica y agenda

Dentro del fragmentado acervo de acuerdos internacionales medioambientales, el Acuerdo de París (2015) es uno de los que mayor notoriedad ha ostentado en los últimos años. Enmarcado en el régimen internacional de cambio climático, este tratado internacional hace patente la preocupación por el aumento global de las temperaturas así como la necesidad de una respuesta colectiva para enfrentar esta amenaza. Su texto da cuenta de la asunción de compromisos formales que instan a la acción climática de un amplio abanico de actores –estatales y no estatales-, reconociéndose que existen responsabilidades comunes pero diferenciadas –todos los países han contribuido al cambio climático, pero no todos con igual intensidad- y que son los propios países quienes definen nacionalmente sus niveles de contribución –según el binomio prioridad/capacidad se los permita-.

Una de las funciones que desempeña este acuerdo es perfilar la dirección de las negociaciones durante los encuentros plenarios de su órgano supremo, las conocidas Conferencias de las Partes (COP). Hay materias definidas en su articulado en las que corresponde evaluar su implementación y materias pendientes donde el texto se debe aún discutir. Precisamente, ha sido en el contexto de las COP que este acuerdo internacional ha adquirido su actual notoriedad. La preocupación que concita el lento avance de estas negociaciones realizadas anualmente llevó a la formación del movimiento juvenil Fridays for Futures a mediados de 2018, grupo de presión internacional que se articuló mediante estrategias de protesta no confrontacionales, para abogar por una mayor acción estatal acorde con los compromisos alcanzados en el Acuerdo de París. El encuentro anual para este año 2020 fue suspendido y aplazado hasta el próximo año, encontrando como fecha tentativa las primeras semanas de noviembre de 2021. Son reuniones que dan para reflexionar.

El contexto actual ha permitido un espacio para interesantes reflexiones sobre la celeridad y profundidad de las respuestas a la pandemia versus la lentitud y –aparente- superficialidad de los avances que han caracterizado al régimen de cambio climático, siendo muestra de ello la renuencia de los Estados para alcanzar consensos sobre los mercados de carbono a que refiere el artículo 6 del Acuerdo de París. Igualmente, atendidas las visibles señales de mejoría de la calidad ambiental en distintas partes del orbe –independiente de cuán transitorias puedan ser-, pareciera revelarse cuánto y cuán veloz se pueden revertir los efectos antropogénicos; de haber voluntad para ello. La más reciente preocupación en esta temática gira su foco hacia el tipo de recuperación económica a que se debe aspirar, donde la respuesta del acuerdo climático de París viene dada por tres elementos: texto, práctica y agenda.

Una adecuada lectura de su texto permite concluir que los planes de recuperación económica han de ser sostenibles. Según dispone el artículo 2.1.a del Acuerdo de París, el principal objetivo de este instrumento internacional consiste en la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, para mantener el incremento de la temperatura media global bajo los 2ºC e idealmente bajo los 1.5ºC respecto de niveles preindustriales. Objetivo que supone el desarrollo de capacidades de adaptación y resiliencia (art. 2.1b), así como del establecimiento de flujos financieros que posibiliten formas de comercio compatible con el propósito central de reducción de gases de efecto invernadero (art. 2.1.c). A mayor abundamiento, los Estados se comprometen al desarrollo de medidas de adaptación que integren sus políticas y prácticas socioeconómicas y medioambientales, tanto a nivel nacional (art. 7.5) como bilateral, regional y multilateral que les permitan desarrollo de capacidades (art. 11.4).

La disposición secuenciada de dichos objetivos no es arbitraria, sino con la intención de inscribir la acción gubernamental en las exigencias del desarrollo sostenible, haciendo suyas las dimensiones de justicia inter- e intra- generacional así como de transición justa. Estas prescripciones han sido recogidas en otros instrumentos internacionales como lo son la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible (2015) y las Directrices de política para una transición justa hacia economías y sociedades ambientalmente sostenibles para todos (2015). La primera adoptada en el seno de Naciones Unidas; la segunda, en el marco de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Se trata de instrumentos cuyos estándares exigen una lectura conjunta, haciéndose cada vez más presentes en las discusiones climáticas.

Igualmente, la práctica reciente del régimen internacional de cambio climático nos confirma la apuesta por una recuperación verde. Sin perjuicio que las actividades de los órganos principales de la COP hayan sido suspendidas, los órganos subsidiarios han mantenido una activa agenda de reuniones virtuales que busca mantener en movimiento las discusiones climáticas. De esta manera, desde el 1 al 10 de junio de 2020 se retomaron los intercambios de visiones e informaciones mediante una serie de eventos que recibieron el nombre de June Momentum for Climate Change[vi]. En ellos se acordó no realizar negociaciones formales ni tampoco tomar decisiones; las que quedarían para los próximos encuentros de octubre de 2020 en los que se espera haber vuelto a las actividades presenciales. Las temáticas abordadas fueron sobre financiamiento e inversiones para una recuperación sustentable, el lanzamiento de la campaña global Race to Zero y la posibilidad de hacer de la emisión cero carbono la nueva agenda de crecimiento y liderazgo, un marco robustecido de transparencia, multilateralismo inclusivo –entre otras-.

En este año 2020, fijado como plazo para que los Estados presenten y actualicen sus compromisos nacionalmente determinados (NDC), parece haber sido definida una nueva dirección que será explorada en las próximas COP: la noción de transición justa. Encontrando sus primeras referencias en la COP16 de Cancún, asidero normativo en el preámbulo del Acuerdo de París (COP21) e intentos de desarrollo en la Declaración de Silesia (COP24), se dispone en el texto de este acuerdo medioambiental que se tendrán en cuenta “los imperativos de una reconversión justa de la fuerza laboral y de la creación de trabajo decente y de empleos de calidad, de conformidad con las prioridades de desarrollo definidas a nivel nacional”. Se trata de una combinación de estándares medioambientales con estándares laborales. La idea es novedosa en el ámbito de la acción climática, pero su contenido preciso aún amerita mayor definición.

Durante la primera jornada del June Momentum la actual presidencia de este régimen internacional fue enfática en la dirección que pretende imprimir a las discusiones: el Gobierno Chileno instó a los demás Estados a apostar por una transición justa que sea inclusiva y se asegure de no dejar a nadie atrás. En el caso particular de este país la estrategia se pensó desde un pilar social que enfatiza en el área energética, pero considerando que no existe una única fórmula para llevar a cabo el proceso de transición justa (no one-size-fits-all), se anticipa que esta varíe de país en país. Durante el resto de las discusiones, el hilo conductor al abordarse la implementación de políticas públicas en un escenario post COVID-19 fue el de medidas orientadas a una transición justa en que se promuevan inversiones verdes, planes económicos para generar empleo y hacerse cargo del desempleo, así como incluir a grupos vulnerables y alianzas con múltiples actores no estatales. Preliminarmente pareciere ser esta la dirección en que se encamina la agenda de la próxima COP26.

Finalmente, según estableció la autoridad británica que asumirá la presidencia en la próxima COP26, Alok Sharma, el camino trazado hacia este evento comprenderá 5 áreas prioritarias en su agenda: (i) energía limpia, (ii) transporte limpio, (iii) soluciones basadas en la naturaleza, (iv) adaptación y resiliencia, y (v) finanzas. Sin embargo, tal cual se advierte de este mero esbozo, la próxima de las COP todavía no ha definido con claridad el objetivo que se propone conseguir.

3.-Conclusiones

El camino hacia la COP26 se encuentra todavía en construcción. Sin embargo, los objetivos definidos en el texto del Acuerdo de París, las reuniones virtuales que han tenido lugar durante junio de 2020 y la agenda fijada preliminarmente por la delegación inglesa como prioridades constituyen elementos relevantes para orientarnos sobre las temáticas que ganan preeminencia entre los distintos tópicos que posiblemente se abordarán.

Atendido el complejo escenario en que nos coloca la crisis sanitaria y económica, los discursos han centrado su atención en la compatibilización de los planes de recuperación económica con los imperativos climáticos acordados en el Acuerdo de París. En vista de ello, las metas actuales de este acuerdo internacional incentivan el diseño e implementación de políticas públicas que incorporen las distintas dimensiones necesarias para una recuperación sostenible en el tiempo. Donde la movilización de múltiples actores –estatales y no estatales- por medio de alianzas capaces de generar sinergias y la acción focalizada para transformar las economías hacia la carbono neutralidad no signifiquen la ganancia de muchos a costa de otros más vulnerables. La campaña global llamada Race to Zero apela a esto así como la propuesta de una transición justa promovida por la actual presidencia chilena.

Estando a más de un año de la realización de la siguiente COP, sigue habiendo tiempo para que se defina con mayor detalle el propósito de este encuentro mundial. Resta observar cómo evolucionarán ambas crisis, en tanto el mayor robustecimiento o fractura del multilateralismo será una variable de importancia en el dinamismo del régimen internacional de cambio climático en que se inserta el Acuerdo de París. Asimismo, qué rol desempeñará y cómo posicionará las preocupaciones latinoamericanas la actual presidencia chilena en este largo camino a Glasgow.

______________________________________________________________________       REFERENCIAS:

[i] Fondo Monetario Internacional (2020). Actualización de las Perspectivas de la Economía MundialJunio de 2020.

[ii] Banco Central de Reserva de Perú (2020). Reporte de Inflación: panorama actual y proyecciones macroeconómicas 2020-2021. Junio de 2020.

[iii] IEA (9 de Julio 2020). “40 Ministers from around the world gather to address the world’s energy and climate challenges”. [https://www.iea.org/news/40-ministers-from-around-the-world-gather-to-address-the-world-s-energy-and-climate-challenges]

[iv] Comisión Europea (8 de Julio 2020) “Alimentar en energía una economía climáticamente neutra: la Comisión presenta planes para el sistema energético del futuro y el hidrógeno limpio”. [https://ec.europa.eu/commission/presscorner/detail/es/IP_20_1259]

[v] United Nations Climate Change (29 de junio 2020). “El Foro de NDC Partnership identifica formas de ayudar a los países a recuperarse mejor”. [https://unfccc.int/es/news/el-foro-de-ndc-partnership-identifica-formas-de-ayudar-a-los-paises-a-recuperarse-mejor]

[vi] https://unfccc.int/process-and-meetings/conferences/june-momentum-for-climate-change

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