Columna de Iván Garzón en La Tercera sobre: El liberalismo de Milei

16 octubre 2023

Argentina tiene una capacidad única para exportar sus productos culturales. Por eso, conviene tomarse en serio el fenómeno Milei. Un breve repaso de sus conceptos del Estado, la libertad y el mercado evidencian que su liberalismo contiene gérmenes de autoritarismo, simplificación y fanatismo ajenos a la tradición liberal occidental.

Su idea del Estado mínimo es seductora y trasluce un merecido castigo a una clase política que llevó el clientelismo, la corrupción y la ineficiencia a límites impúdicos. Sin embargo, ni Hayek ni Nozick –por mencionar algunos– descartaron que los servicios públicos esenciales debían estar a cargo del Estado. Y es inevitable preguntarse si hoy, ante la vulnerabilidad de amplios sectores sociales estos libertarios sostendrían una reducción tan drástica como la de “La Libertad Avanza”. Los principios liberales, a diferencia de los diez mandamientos, no están escritos en piedra.

Es difícil encontrar en la tradición liberal una visión de la libertad como valor absoluto y panacea de los problemas sociales. Rawls, Berlin o Gray sostenían que la libertad era un valor en tensión con la igualdad o el pluralismo. Luego, blandir la libertad como motosierra que corta de raíz  los valores contrarios, por corrompidos que puedan estar, es una forma de autoritarismo más propia del populismo de Trump que de la crítica contra la planificación económica de Hayek.

Es cierto que los autores liberales han elogiado la libertad. Pero también reconocieron la importancia del orden, el imperio de la ley, la igualdad, el pluralismo, la diversidad de modos de vida y el reformismo institucional. Luego es difícil encontrar un autor liberal que haya depositado todas las esperanzas de la política en la libertad como fe y en el libre mercado como religión civil. Y por el contrario, fueron el escepticismo y el realismo antropológico lo que llevaron a Hobbes, Mill, Locke, Tocqueville, Jefferson y a nuestros próceres a diseñar instituciones que contuvieran los apetitos despóticos.

Finalmente, el mercado. La visión mágica que tiene Milei y los suyos va en contravía de la mayoría de estudios de ciencias sociales y filosofía política que han advertido las carencias estructurales del mercado como regulador de la vida social y han propuesto una reforma sustancial del capitalismo liberal. Del fracaso del estatismo y el asistencialismo no se sigue que la libertad económica sea el único antídoto, menos aun cuando sabemos que el rentismo, los monopolios, la especulación y el bloqueo de reformas redistributivas por parte del sector privado son parte del problema.

Predicar contra «la casta» es eficaz porque es el discurso anti-político de nuestro tiempo. Y su peculiar alianza con la derecha conservadora presagian que el fenómeno Milei se expandirá a la región. El problema es que si sacamos a los políticos de la política la dejamos en manos de oportunistas o mesías histriónicos.

Por Iván Garzón Vallejo, académico, Universidad Autónoma de Chile y del IID.

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