“Lo que más me preocupa es la transversalidad del voto de Milei… porque, ¿qué va a pasar cuando se empiecen a decepcionar unos u otros cuando empiece a implementar ideas tan contradictorias?”, me dice un directivo de la Universidad Católica Argentina. ¿No es irónico que la ciudad de Buenos Aires esté tan deteriorada si en estos años la ha administrado la derecha?, le pregunto. “El peor mal de la sociedad argentina es el patrimonialismo del Estado. Cristina le entregó 16 ministerios a Macri y este los convirtió en 21. En la ciudad de Buenos Aires, por ejemplo, hay tantos ‘raviolis’ (cargos burocráticos ad hoccomo uno que se llama “Dirección General de Festivales y Eventos Centrales”. Un investigador del Conicet, la agencia estatal de ciencia y tecnología, me confirma el diagnóstico: “hay una dirección federal de ciclo-rutas en un país en que estas dependen de las ciudades”. “En la Universidad nos han ajustado el sueldo este año 9 veces, pero no alcanza”, me dice uno; “me fui a vivir a otro país porque no me alcanza. Pero ojo que la mayoría de la gente tiene que vivir con muchísimo menos (que los 700 USD que cobra en el Conicet)”, me aclara el otro. ¿Qué es a lo que más has tenido que renunciar en estos años?, le pregunto mientras vamos en un colectivo que cuesta 700 pesos el viaje, es decir, menos de un dólar ‘blue’ o dos dólares al cambio oficial, según se mire. “Carne”, dice sin dudarlo. “Me imagino que eso debe ser especialmente hiriente para Ustedes”, le digo. No es igual, pero es como que los colombianos no pudiéramos tomar café todos los días. Y le cambio de tema. 

Como era de esperar, por toda la ciudad se ven carteles con la foto de Messi, y algunos anuncian el estreno de la película Elijo creer sobre el título de la albiceleste en el Mundial de Qatar de 2022. Pero no solo es el fútbol: la ciudad conserva el encanto de una mujer mayor que no disimula su belleza de juventud, la de sus librerías, sus cafés, sus espectáculos siempre llenos y la del argentino de a pie buena onda. Y en esa Buenos Aires de contrastes, yo me quedo pensando que esta ciudad de la bronca, la incertidumbre y la decadencia es también la ciudad en la que se ve mucha gente paseando por las calles a las 11 de la noche de un domingo y de las jacarandas que florecen en primavera, un color morado que acaso recuerde que los argentinos siempre han salido de las crisis en las que se meten, quizás porque tienen un amor propio que les envidiamos.